MI OPINÓN DE LA SEMANA

¿LA PEROVSKITA PODRÁ TRANSFORMAR LA ENERGÍA SOLAR?
Recientemente leí el artículo de BBC Future titulado *“Perovskite: the wonder material that could transform solar energy”*, donde se exalta el potencial de la perovskita para revolucionar los paneles solares. La pregunta es: ¿realmente estamos ante un cambio de paradigma o ante un espejismo tecnológico?
La perovskita —en su versión más usada como “haluro metálico de perovskita”— ha ganado atención porque combina tres atributos que despiertan altas expectativas:
1. **Eficiencia rápida de avance**: En poco más de una década, los dispositivos en laboratorio han escalado de eficiencias modestas (unos pocos por ciento) a valores cercanos al 25 %.
2. **Costos potenciales reducidos**: su fabricación puede realizarse a temperaturas más bajas, con técnicas de deposición tipo solución (pintado, recubrimientos, impresión), lo que sugiere costos menores que los del silicio tradicional.
3. **Versatilidad y diseño**: Pueden fabricarse en capas ultra delgadas, potencialmente flexibles o semitransparentes, lo que abre usos sobre superficies no convencionales, ventanas o estructuras ligeras.
Estas características justifican el entusiasmo: una tecnología suficientemente madura podría ofrecer paneles más eficientes, baratos y adaptables que los actuales de silicio.
Las sombras detrás del fulgor
Pero antes de cantar victoria, conviene examinar las debilidades que todavía frenan su adopción masiva:
Estabilidad y durabilidad:
Muchos dispositivos de perovskita sufren degradación rápida frente a humedad, oxígeno, calor o radiación ultravioleta. Eso significa que su vida útil real aún está muy por detrás de los paneles de silicio consolidados.
Toxicidad o sostenibilidad: muchas PEROVSKITAS contienen plomo, lo que genera interrogantes ambientales si hay fugas o degradación. Aunque hay líneas de investigación que buscan compuestos menos tóxicos, el tema no está resuelto.
Escalamiento y reproducibilidad: Resultados espectaculares se han logrado en células pequeñas de laboratorio, pero la fabricación a gran escala con uniformidad es un desafío.
Validación y confianza del mercado: Para que la industria las adopte, se necesitan estándares claros, ensayos extendidos en condiciones reales, garantía bancaria, certificaciones, etc.
En el mismo artículo de la BBC se alude a este contraste: “material maravilloso que *podría* transformar la energía solar”, no “material que ya lo hace”.
Mi mirada crítica
Para esta mi columna, me decanto por una posición intermedia —optimismo con cautela.
* Creo que estamos en un momento de inflexión tecnológica: La perovskita tiene el potencial real de ser una tecnología disruptiva en el mundo fotovoltaico, especialmente como complemento en sistemas “tándem” (perovskita + silicio), donde cada material captura parte distinta del espectro solar.
Pero ese futuro no es inmediato. Me parece improbable que en los próximos 5 años veamos reemplazos totales de placas de silicio; más bien será una transición gradual, híbrida, donde la perovskita entra como complemento, mejora incremental o incluso nichos específicos antes de masificarse.
En el caso de un país como el nuestro (Perú), con abundante radiación solar, la perovskita podría ser una oportunidad valiosa —si se salvan los escollos técnicos y ambientales— para reducir costos eléctricos, favorecer microgeneración distribuida y reducir dependencia de fósiles.
Conclusión
El calificativo “maravilloso” no es falso, pero sí con aspiraciones. La perovskita tiene fama de maravilla por lo que promete, no por lo que ya entrega.
En ciencia e innovación es sano abrazar la utopía —esto es lo que provoca empuje—, pero sin ceder al dogma.
En mi opinión, estamos en la antesala de una nueva era fotovoltaica; sin embargo, falta recorrer un buen trecho técnico, regulatorio y comercial. Si ese tramo se recorre bien, la perovskita podría, efectivamente, transformar la energía solar.
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Dos días después del cierre oficial del encuentro, la edición 29 de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP29) concluyó con un acuerdo para el financiamiento climático desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo. El domingo 24 de noviembre, a la madrugada de Bakú, capital de Azerbaiyán, la Presidencia de la COP29 anunció que se estableció un objetivo de 300 mil millones de dólares anuales hasta el 2035.
Aunque el monto triplica la cifra acordada en 2009 y alcanzada por primera vez en 2022, está bastante lejos de lo que los países en desarrollo exigían para mitigar y adaptarse al cambio climático y adoptar energías limpias: 1.3 billones de dólares anuales.
“La propuesta de financiamiento no resuelve ni la crisis climática ni las necesidades de los países vulnerables”, dice Daniel Ortega, ex ministro de Ambiente de Ecuador. Reportes de expertos independientes y del Comité Permanente de Finanzas de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) están de acuerdo en que el financiamiento debe exceder un billón de dólares.
“Muchos decían que lo mejor era no tener nada, pero yo difiero”, afirma Sandra Guzmán, fundadora del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), quien participó en las negociaciones como asesora de la delegación de Panamá y de la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC). La experta cree que, por un lado, traspasar esta decisión a la COP30 de Brasil “habría sido muy lamentable desde el punto de vista político”.